Estamos viviendo una pandemia mundial que nos obliga a estar en un confinamiento, o semi confinamiento para poder pararla o por lo menos, doblegarla. Son muchas las personas infectadas y muchas también, las víctimas del covid.
Pero también hay más cosas; también hay enfermedades terribles que son implacables y siegan la vida a todo aquel que no tuvo la suerte en poder doblegarla y apaciguar su furia.
El cáncer. Esta enfermedad, a base de tratarla,(es una forma de hablar) hemos conseguido pronunciarla con cierta normalidad, pues bien cierto es que, hoy por hoy, hay muchas personas que lo han vencido y disfrutan de la vida después del trago pasado. Todas las personas afectadas por esta enfermedad, son unas luchadoras y por supuesto, que eso está a la vista de los resultados. La ciencia y la lucha personal, es el mejor dúo. la positividad de las personas afectadas y las ganas de luchar, también.
Por eso, cuando el cáncer nos visita en cualquiera de sus versiones, tenemos que sacar todas nuestras fuerzas y positividad, para dejarlo atrás.
Yo conozco muchas personas que asía lo hicieron y hoy, nos lo pueden contar.
Pero no siempre es así.
No siempre la lucha y el ir ganando batallas día a día, significa ganar la guerra.
Eso, luchar día a día, ir contra la enfermedad, ponerle buena cara, buena voluntad, mucho trabajo, mucho sufrimiento, mucha positividad, lo hizo nuestra prima Blanqui, pero no pudo con esta lacra. En enero, haría 68 años y el día 3 de marzo 2016 para más detalle, le dieron la noticia de que el cáncer, ese que ya había vencido una vez, estaba presente.
Blanqui fue una luchadora y un ejemplo, no me cansaré de decirlo, para todos.
Nunca la vi quejarse; si le preguntabas cómo estaba, ella enseguida te preguntaba como estabas tú.
Intentaba hacer una vida normal, dentro de sus posibilidades y estaba atenta a lo que podían tener los más cercanos.
Cariñosa, alegre, luchadora y muy positiva. Eso y mucho más, era ella.
Hoy, nos dejó para siempre.
Estoy segura que allá donde se haya ido, nos seguirá sonriendo