jueves, 4 de agosto de 2016

a mis hijos

Que no me lloren,que me recuerden.

Yo siempre les digo a mis hijos,que el llanto,aunque sea una válvula de escape,no soluciona nada.

Pero el recuerdo,siempre estará ahí.

Yo les pido que,cuando mis pasos sean inseguros,que me den su brazo para apoyarme.

Que cuando mis ojos no sean capaces de descifrar las letras de un libro,que me lean un rato.

Que cuando no escuche a la primera,porque ya mis oídos estén gastados,que me hablen un poco mas alto.

Que cuando se me olviden las cosas,ellos que son mas jóvenes,me lo recuerden.Seguramente preguntaré hasta la saciedad y diré que a mi no me han dicho nada,pero me gustaría que ellos supieran,que mi mente ya no funciona y yo no soy consciente de ello.


Me gustaría que en mis años de quizá soledad,algún día me llamaran por télefono y me dijeran lo mucho que me recuerdan,aunque sus agitadas vidas no les permitan visitarme mas a menudo.

Que siempre tengan presente lo mucho que los quiero y que aunque sea un poco cascarrabias,ellos me lo sabrán perdonar.

Por eso,yo no quiero ni flores ni llantos en mi despedida. Quiero cariño y respeto mientras estemos juntos y luego que mi recuerdo permanezca en sus mentes,no como algo que ya no está;sinó como algo que permanerá siempre en sus vidas a través de lo que hemos vivido juntos.

Es ley de vida que todo concluya y deberíamos de prepararnos para que esto suceda y asi mismo,preparar a nuestros seres queridos para que lo asuman sin dolor.

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